Un misterioso tesoro encontrado por dos llaneros en medio de la sabana
La historia de los tesoros escondidos en suelo latinoamericano no solo es antigua, muchos aseguran que es una realidad. De hecho, es tan popular esta creencia que ha permanecido en el tiempo, tanto como la misma palabra guaca, proviene del vocablo quechua waca, haciendo referencia a los sepulcros de indios en el que a menudo se hallan objetos de valor.
En Colombia se han escuchado muchos casos de personas que han encontrado cajones llenos o vasijas de oro, cobre, objetos decorativos de barro y piedras preciosas. En esta nota nos centraremos en un caso en específico que se presentó en los llanos, específicamente en Casanare.
Se trata de dos hermanos llaneros, uno adulto y el otro menor de edad, que viajaban en sus caballos, transportando ganado para vender las reses en Yopal, para dicha época la carretera que comunica a los departamentos del Meta y Casanare aún no estaba pavimentadas.
Como el sol se escondió para darle paso a las estrellas y a la luna, los vaqueros no continuaron su camino de regreso y decidieron pasar la noche en una casa en estado de abandono, en medio de la sabana de Aguazul.
Allí el más joven despertó en medio de la oscuridad tras escuchar el ruido de unas botellas cayendo y temeroso levantó a su hermano, quien enfadado por la poca gallardía del menor levantó los objetos que ya se encontraban en el piso, pero los frascos volvieron a caer como si alguien los estuviera tumbando. En ese momento apareció la figura de un anciano señalando hacía un lugar de la vieja casa.
Hasta allí acudió el llanero que furioso por la interrupción de la noche apartó la cama destartalada que se encontraba en el lugar señalado por el hombre que ya se había esfumado y con un palo le dio golpes al suelo, hasta que la tierra se fue apartando para dar paso a una estructura metálica que pertenecía a una curiosa tapa, que tenía grabada la figura de unos indios, la cual sellaba una especie de vasija.
Así pasó la noche, intentando abrir el recipiente y sacar lo que parecía ser un tesoro, pero todo esfuerzo fue en vano. Ya desesperado e iracundo le dijo al hermano que saliera a ver si aparecía alguna persona que les ayudará a sacar el recipiente.
A pocos metros de distancia venía cabalgando una anciana en una yegua, que ante la súplica del joven decidió ayudarlos. Los tres hicieron una especie de palanca y de esta manera salió la supuesta guaca, no sin antes dejar en el suelo a los llaneros, siendo la anciana la que agarró la vasija y como si del mismísimo diablo se tratará, corrió con rapidez hasta donde la esperaba el animal. Lo último que vieron los dos hermanos, fue como desaparecía aquella mujer en la sabana.
La tapa de la vasija quedo grabada en la memoria de aquellos hermanos, y desde entonces narran la historia de aquel suceso para comprobar que en el llano se esconden grandes misterios.
Cabe destacar que el anterior relato está basado en el libro “Verídicos relatos de fantasmas y otros hechos insólitos” del escritor y poeta Ernesto Orjuela Guarataro. Los interesados en adquirir la obra literaria pueden comunicarse a la línea 3204548808.