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We Love Villavo

Carlos César Ortegón, un gran baluarte de la composición e investigación del llano


“Mi soga está en la pared, colgada de un clavo negro y no es adorno ni olvido, solo es un vivo recuerdo”, dice Carlos César Ortegón, mientras recuerda sus años lejos de la tierra plana, de la cual menciona estar profundamente enamorado.

“Fue un punto clave mis 19 años, cuando estaba en Bogotá y me sentía en tierra extraña. En ese momento comencé a evocar profundamente lo que le significaba el llano, entonces yo cargaba mi sombrero y alguna vez llevé una soga y la puse de adorno en el apartamento donde vivía en Bogotá”, dijo el compositor casanareño.

“Cachi” Ortegón, como es mejor conocido entre los folcloristas, nació un 22 de enero de 1964 en Sogamoso Boyacá, pero desde que tiene uso de razón mantuvo una relación cercana con la inmensidad de las sábanas, el trabajo en el campo y los cantos de vaquería.

En 1983 llegó a la capital del país con el objetivo de estudiar derecho. Época que él recuerda como “el principio de escribir muchas cosas”.

Yo creo que fue ese el momento en que empecé a hacer cosas con mucha nostalgia por la tierra, con mucho dolor por el llano. Esa lejanía no deja de alimentarlo a uno es el recuerdo del paisaje, de la gente y de la tierra llana no deja de inspirarlo. Mis cuadernos de derecho siempre estaban plagados de algún San Rafael, algún corrido o de algún intento de pasaje porque vivía muy enamorado del llano desde la distancia”, aseguró.

Graduado como abogado profesional ejerció durante menos de una década. Fue juez en algunos pueblos de Casanare y luego en Sogamoso, años más tarde se dedicó a litigar en Yopal, pero nunca abandonó lo que “Cachi” considera su vocación: la ganadería y el oficio del llanero.

“Finalmente encontré que el derecho no era lo mío, por lo menos su ejercicio y di un paso costado a la profesión y me dediqué a mi verdadera vocación que es la ganadería”.

Las maravillas de este territorio a poseedor de una belleza y tradición incomparables, lo han inspirado para componer cuarenta temas para ser cantados y otros tantos poemas y versos, tales como “Soy el Llano”, “Flor de Cayena” y “Yo no le Vendo Mi Fundo”, entre otras. Además de provocar un sentimiento de curiosidad insaciable.

“Si querer un territorio e interesarse profundamente por todo lo que tiene que ver con esa tierra se llama investigar, pues sí soy investigador. No tengo ningún tipo de formación al respecto, lo que tengo es una imparable curiosidad y una posibilidad amplia de hacer indagación en los libros, en los documentos en el campo y en la gente”, le dijo a We Love Villavo.

De hecho, durante cuatro años hizo parte del equipo que logró que la Unesco declarara los cantos de vaquería o de trabajo de llano, como patrimonio inmaterial de la humanidad, proceso que describe como “un logro de todos los llaneros, en el que me encantó colaborar un poquito, con una investigación profunda en lo discográfico, en lo literario, entrevistas y registros de voces”.


Sus investigaciones lo han llevado a pensar que la música llanera también es la autobiografía de la Orinoquía, por consiguiente, del conflicto,

Mi propuesta ante la Comisión de la Verdad y otras instancias es que considere a la música llanera como esa forma de contar un testimonio anónimo personal de lo que representa muchas veces un sentir colectivo, un sentir social muy importante”.

“Cachi” ha colaborado en la redacción de algunos libros, pero este año tiene proyectado publicar uno de su autoría, se trata de una antología de canciones y poemas, el cual contara con el prólogo de su gran amigo “El Cholo” Valderrama.


Actualmente Carlos César Ortegón está dedicado a uno de los proyectos que más lo enorgullece llamado Sembrando Joropo, donde niñas, niños y jóvenes del piedemonte y la cordillera oriental reciben formación artística y musical autóctona de la región.


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