Burger Pop, reconocida empresa llanera gana primer puesto en premios nacionales de Rappi
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Por un momento, Alexander García y Natalia Cárdenas se quedaron quietos. El anuncio retumbaba aún en sus oídos: "El ganador en la categoría de ciudades intermedias es... Burger Pop". Frente a ellos, un auditorio lleno de representantes de gigantes como Juan Valdez, Frisby y El Carnal se rendía en aplausos. Pero más que la ovación, lo que sintieron fue un vértigo de orgullo. No era solo un premio: era la validación de años de esfuerzo, madrugadas, grasa en las manos y sueños en los bolsillos.
Así se vivió la tercera edición de los Premios Bigote Dorado de Rappi, una iniciativa que pone el sabor —literalmente— en el centro de la conversación. Con más de 130 marcas nominadas, este evento se ha convertido en el mayor reconocimiento gastronómico digital del país. Y este 2025, por primera vez, la visibilidad se amplió con fuerza hacia ciudades intermedias, donde late un corazón emprendedor que también cocina con alma.
Desde Villavicencio, con presencia en Restrepo, Acacías y Puerto López, Burger Pop se impuso sobre competidores de 16 ciudades como Ibagué, Neiva, Tunja, Pasto, Villavicencio, Yopal, Chía, Cajicá, Girardot, soacha, Duitama, sogamoso, Fusagasugá, Mosquera, Funza. Y lo hizo no solo por sus hamburguesas 100% artesanales —cuyo pan, salsas y carnes son elaborados en casa—, sino por algo que no se compra ni se empaca: la pasión.
Un carrito, un McDonald’s y un amor loco
Todo comenzó con una frustración: la falta de empleo tras graduarse de Marketing en la Universidad Sergio Arboleda. Como muchos jóvenes colombianos, Alexander se encontró con un mercado laboral cerrado, así que decidió irse a Nueva York. Allá trabajó en un McDonald’s, hasta llegar a administrar el área de desayunos. De esa experiencia absorbió cada detalle: estandarización de procesos, manejo de personal, tiempos de entrega. Cuando la visa expiró, volvió a Colombia con algo más valioso que dinero: conocimiento.
Y también con una idea. “Quise montar una hamburguesería, pero nadie creyó en mí… salvo Natalia”, recuerda Alexander. Llevaban apenas tres meses de novios cuando ella quien es Administradora de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia, apostó por su visión. Juntos comenzaron con un carrito ambulante, sin dinero, pero con fe. Y hoy, ese carrito se transformó en la marca de hamburguesas más grande de la región.
El arte de hacer hamburguesas (y empresa)
En Burger Pop, no hay espacio para la improvisación. Más del 80% de los insumos se producen en casa: el pan, las mermeladas, las salsas. “Queríamos vender excelente comida, no solo comida rápida”, dice Natalia, quien aporta su experiencia como administradora mientras Alexander lidera el marketing.
Su estrategia no se queda en la cocina. Invirtieron en una panadería propia que no solo redujo costos, sino que se convirtió en uno de los principales proveedores de pan institucional del Meta y más allá. Ya tienen distribución en Bogotá, Chía y están negociando con Medellín. A cada nueva ciudad donde llega un Burger Pop, lo acompaña un punto de distribución de pan. Un modelo de negocio en expansión, con los pies en la tierra y los ojos en el horizonte.

El equipo, el alma del éxito
Pero para esta pareja, el verdadero ingrediente secreto es su equipo. Pagan salarios justos, ofrecen contratos con todas las prestaciones, rifan viajes a Cartagena entre los líderes de área y mantienen espacios de trabajo dignos y agradables. “Nosotros soñamos, pero ellos son quienes hacen realidad esos sueños”, dicen.
En un sector donde la rotación de personal es alta, Burger Pop ha logrado formar una familia. Una familia que celebra cada logro, como este Bigote Dorado, con la misma alegría con la que algún día celebraron vender su primera hamburguesa en ese carrito de amor y terquedad.
Emprender sin perder el alma
Alexander y Natalia saben que el camino del emprendimiento es duro, sobre todo al inicio. “Los primeros tres años uno quiere tirar la toalla”, confiesan. Pero recomiendan persistir, estandarizar procesos, cuidar al equipo y especializarse. Y sobre todo, tener fe.
Burger Pop hoy no es solo un restaurante. Es un modelo, una inspiración y, como lo mencionan constantemente: “Burger Pop es una marca con madera suficiente para ser nacional, y quién sabe, quizá un día internacional”.
Mientras tanto, siguen cocinando sueños. Con pan del día, carne bien sellada y mucho, mucho corazón. Porque en Burger Pop, el sabor también tiene alma. Y ahora, tiene un Bigote Dorado.